ADORACIÓN
Culto o reverencia que se rinde a Dios por sus obras (Sal 92.1-5) y por ser quien es (Sal 100.1-4).
Se expresa mediante:
ORACIÓN (Gn 12.8; Neh 9),
SACRIFICIO (Gn 8.20),
OFRENDA (Gn 4.3, 4; 1 S 1.3; Dt 26.10; 1 Cr 16.29);
ALABANZA (2 Cr 7.3; Sal 29.1, 2; 86.9; 138.1, 2),
CANTO (Sal 66.4), ritos (Éx 12.26, 27), meditación (Sal 63.5, 6),
TEMOR (Sal 96.9),
AYUNO (Neh 9.1-3; Lc 2.37),
FIESTA y
ACCIÓN DE GRACIAS (2 Cr 30.21, 22),
y sobre todo inclinación (Sal 95.6; 1 Cr 29.20) y servicio (Dt 11.13; Jos 22.27).
Estos dos últimos conceptos se expresan en hebreo y en griego con palabras que también significan "adoración" (Dt 6.13; 10.12, 13; 2 R 5.18; cf. Mt 4.10; Ro 12.1), de modo que no se distingue entre "servir" y "adorar" ni entre "inclinarse" y "adorar".
La adoración externa y cultual debe nacer de una actitud interna (Is 29.13), que a su vez se expresa en obediencia y una vida dedicada por entero al servicio de Dios (1 S 15.22, 23; Miq 6.6-8; cf. Stg 1.27).
El adorador debe ser bueno y justo (Sal 15; Am 5.21-26) para que su adoración sea aceptada (Sal 50.7-23; Is 1.11-20; cf. Mt 5.23, 24 y Jn 4.23), además de sincero (Sal 51.16-19).
En la adoración, los patriarcas invocaban el nombre de Jehová (Gn 13.4), celebraban el pacto (Gn 15.7-21) y la sustitución (Gn 22; cf. Lv 17.11), y practicaban los lavamientos y las purificaciones (Gn 35.2; cf. Éx 19.10), todo lo cual precede al culto más formal y complejo que se verá después en el TABERNÁCULO y el TEMPLO (1 R 6-8; 2 Cr 20-31).
A pesar de este desarrollo posterior, no se pierde el aspecto personal de la adoración (2 S 17.18-29; Sal 23; Is 55.6-9).
En el Nuevo Testamento, el culto de la SINAGOGA (Lc 4.16-21) se adapta a las necesidades de la IGLESIA. I
ncluye alabanzas, salmos, cánticos (Ef 5.19, 20), lectura bíblica, enseñanza, exhortación (Col 3.16; 4.16; 1 Ti 4.13), oración, ayuno, santa cena (Hch 2.46; 13.1-3; 1 Co 11.18-34), profecía (1 Co 14), doctrina, mensajes en lenguas e interpretación (1 Co 14.26).
En ambos testamentos el pueblo de Dios lo adora públicamente (Hch 20.7), en privado (Gn 24.26, 27; Dn 6.10; Mt 6.5, 6) y en familia (Gn 35.1-3; Hch 16.30-34).
Se prohíbe terminantemente la adoración de seres humanos (Hch 10.25, 26; 14.11-15; cf. Est 3.2, 5), ángeles (Col 2.18; Ap 19.10; 22.8, 9) u otra criatura (Mt 4.10; cf. Dt 6.13; Ap 14.9-11).
La adoración de dioses falsos es una ofensa que trae las más terribles consecuencias en todo el Antiguo Testamento (Éx 20.3-6; 32.1-11, 30, 35; Dt 4.15-18; 8.19; etc.; cf. Ro 1.25).
En el Nuevo Testamento la adoración se dirige a Jesucristo (Mt 14.33; Jn 5.22, 23; Heb 1.6; Ap 5.8-14), y se destaca que el culto ofrecido a Jehová en el Antiguo Testamento explícitamente pertenece a Jesús (Flp 2.10, 11 // Is 45.23).
La adoración a Dios y al Cordero es la esencia misma de la vida celestial (Ap 4.6-11; 15.3, 4; 19.1-8). Esta pagina se encuentra bajo construccion agradecemos su paciencia...
Fuente: E-Sword (Biblia Electronica)